Dos sonetos de amor.


A la memoria de mi madre

Te fuiste sin decir adiós siquiera
a un submundo de sombras y quebrantos,
dejándome sumido en tantos llantos
que dudo que en el mundo más hubiera.

Quedaste del autismo prisionera
y en los ojos mostrabas tus espantos
que debieron ser duros y ser tantos,
que tuviste que echarlos hacia afuera.

Recuerdo con dolor aquella historia
que fue la consecuencia de perderte
y aunque pienso que moras en la gloria,

yo vivo en el infierno por tenerte
de nuevo encadenada a esa memoria
que quieren me persiga hasta la muerte.
A tus ojos.

Locura es lo que siento cuando miro
los ojos que te adornan esa cara
que otra igual en mi vida no mirara,
pues jamás se me ha puesto nunca a tiro.

Con ellos me disparas sentimientos
con una claridad que te agradezco,
mas dándome un valor que no merezco
y dejando mis ojos más sedientos.

Sin duda, de tu alma son reflejo
resultando tan limpios al mirar
y por ello no tienen ni un complejo

que a tan dulce mirada pueda dar
sensación de caer en disparejo
con aquello que quieren expresar.

Cristino Vidal Benavente






















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